martes, febrero 20, 2007

Y los sueños, sueños son...

Mientras me encontraba descansado plácidamente, comenzé a moverme violentamente en la cama, pues algo malo me estaba ocurriendo. Lo único que hacía era agitarme y agitarme, y era debido a que estaba soñando... ¡Qué se me había caido el techo encima! No sabía ni como había llegado allí, pero creía que me estaba muriendo. Y justo allí, en el final de mi momento, no vi ni película de mi vida ni nada, sólo oscuridad mientras me asfixiaba lentamente, intentando gritar, pero sin emitir sonido alguno.


El dolor y el temor cada vez era mayor, tenía mis piernas atrapadas debajo de una columna y mi brazo se hallaba bajo una pesada lavadora (supongo que de los vecinos). Y cuando mis ojos se cerraron... ¡Volví a despertarme! Hace unos minutos me había visto bajo escombros, y ahora lo único que tenía encima, además de las sabanas de mí, era al gato durmiendo sobre mi cama (Seguro que ella tenía un mejor sueño que el que había tenido yo). Menudo mal rato había pasado. Pero luego volvía dormirme como si nada.


Y es que ya se sabe, que los sueños, sueños son.

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